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14 de julio de 2008

Comer "verde" para entrenar más y mejor


Son múltiples las razones nutricionales que aconsejan comer verde. Principalmente porque su ausencia se refleja en la salud física y hasta en el estado de ánimo, ya que son la fuente natural más concentrada en fibra, colorantes y vitaminas antioxidantes. Además, su riqueza en minerales como el potasio y el magnesio, que participan directamente en la contracción y relajación muscular, mejora el estatus nutricional de quien las consume de forma habitual.

El magnesio está distribuido en nuestro organismo fuera y dentro de las células. Su forma extracelular interviene en la transmisión nerviosa y muscular, neuromuscular, y desempeña una función primordial en la relajación muscular y en el buen funcionamiento del corazón. El magnesio intracelular forma parte de la matriz ósea.
Si cualquier persona puede notar la carencia de magnesio en su tono muscular, la falta de este mineral en los deportistas adquiere todavía más valor, porque desempeña, en equilibrio con el calcio, un rol esencial en la función del músculo, en sus movimientos de relajación y contracción. Un déficit de este mineral originaría una excitación nerviosa y muscular excesiva, como calambres, mialgias o dolor muscular intenso, pero también latidos cardiacos irregulares y debilidad.

Además, este mineral está implicado en los procesos metabólicos de transferencia y liberación de energía. El esfuerzo muscular que se hace durante el deporte genera pérdida de magnesio, y la falta del mismo conduce a una reducción de la capacidad de resistencia y de adaptación al esfuerzo. De ahí que los deportistas deban tener presentes en su dieta a los vegetales cada día como fuente esencial de este mineral.
La clorofila es el pigmento vegetal que confiere el característico color verde a las verduras. Se encarga de absorber los fotones de luz necesarios para realizar la fotosíntesis y gracias a este proceso la energía luminosa se transforma en energía química, las plantas liberan oxígeno a la atmósfera y fabrican los azúcares necesarios para su crecimiento.

En algunas verduras, el color verde que da la clorofila es evidente. Es el caso de las acelgas, las espinacas, el brócoli, etcétera. Otras, como la zanahoria, también contienen clorofila, pero enmascarada por los carotenoides como el beta-caroteno, pigmento que resalta su color naranja intenso.
La clorofila posee efectos antianémicos, por lo que el consumo de verduras verdes se recomienda en casos de anemia, un riesgo de los deportistas. La molécula de esta sustancia se asemeja a la de hemoporfirina, compuesto que participa en la síntesis de la molécula de hemoglobina de los glóbulos rojos, responsable del transporte de oxígeno en la sangre y cuya deficiencia se asocia a la anemia. La diferencia entre una y otra es que tienen metales diferentes. El grupo hemo de la hemoglobina contiene un átomo de hierro, mientras que la porfirina de la clorofila lleva un átomo de magnesio. De hecho, es la clorofila la que proporciona riqueza en este mineral a los vegetales y, en especial, a las verduras de hoja verde.

De ahí que las primeras aplicaciones de la clorofila se dirigieran hacia su uso terapéutico en el tratamiento de la anemia. La mejor forma es aprovecharla a través de los vegetales crudos en ensaladas, por ejemplo, ya que la clorofila es poco estable al calor.
En otras palabras, comer verde os permitirá entrenar más y mejor y hasta incidir indirectamente en un mejor crecimiento muscular.