
Comenzar sin prisas. Si no te has entrenado hasta ese momento, debes iniciarte con un plan suave, para ponerte en forma. Una alternativa sencilla y muy beneficiosa es pasear todos los días a buen ritmo, un ejercicio muy saludable y, además, entretenido. Luego, si te gusta, puedes probar con tandas de 20 minutos de bicicleta a intensidad 1 y a unas 70 revoluciones por minuto. Por supuesto, deja que tu cuerpo sea quien te dé la pauta de entrenamiento: si te resulta excesivo, disminuye la intensidad, pero no reduzcas el tiempo.
Combinar ejercicios. A la vez, debes combinar el ejercicio cardiovascular con tonificación y estiramentos, imprescindibles para mantener el cuerpo a pleno rendimiento y para prevenir posibles lesiones. Esta combinación es la idónea para atacar esos kilitos de más e intentar reducir el abdomen. Programa al menos tres sesiones de ejercicios de abdominales a la semana para fortalecer esa musculatura.
Ten en cuenta que... No todas las disciplinas son beneficiosas para todos. Un ejemplo es el aeróbic, una práctica exigente para los principiantes y que no sienta bien a todo el mundo. Por ejemplo, no es la opción más recomendable para personas con problemas de corazón o molestias en las rodillas, ya que al ser un ejercicio de impacto, puede dañar estas articulaciones. Antes de lanzarte a una clase, asegúrate de tener cierto nivel de entrenamiento y consulta con tu monitor. Si finalmente te animas, en las primeras clases sigue los movimientos sólo mientras te sientas cómodo. En caso de sentirte cansado, no dudes en hacer una pausa y descansar.
Y un último consejo... Es importante que hagas ejercicio con el asesoramiento de un profesional, que será quien mejor te indique cuál debe ser tu ritmo para conseguir que el ejercicio se convierta en una buena fuente de salud para llevar lo mejor posible esos años de madurez.