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29 de junio de 2010

5 errores que te impiden adelgazar


1. Las frutas y verduras son alimentos completos y nutritivos, que no engordan.

Tanto las frutas como las verduras son alimentos extremadamente pobres en proteínas y grasas, por lo que no se pueden considerar alimentos completos y mucho menos nutritivos o regeneradores. Además, los procesos de comercialización y almacenaje en el caso de las frutas, y de cocinado en el de las verduras, les hace perder un altísimo porcentaje de vitaminas, que es la cualidad que más frecuentemente se les atribuye. Si además las tomamos en forma de zumo también les hacemos perder la fibra, con lo que prácticamente no tienen ninguna cualidad nutricional verdaderamente apreciable cuando las comemos.

Los deportistas, que podemos requerir un aporte adicional de combustible, debemos considerar a las frutas como un alimento ligeramente energético ya que su elevada proporción de agua hace que la fructosa que contienen se incorpore a sangre con relativa lentitud, sobre todo, si se ingieren junto con otros alimentos que contengan proteínas y grasas que, al retrasar su digestión, reducirán su índice glucémico. Es importante que en ningún caso consideremos a las frutas o verduras como alimentos completos y regeneradores y creamos que, sólo con ellas, nos hemos nutrido óptimamente.

2. Erróneos porcentajes recomendados de proteínas, grasas y carbohidratos.

Como consecuencia de haber considerado nutriente a lo que sólo es combustible, durante los últimos 50 años hemos venido recomendando lo siguiente: "Una dieta equilibrada se compone de un 10-15% de proteínas, un 50-60% de hidratos de carbono y un 30-35% de grasas". Supongamos por un momento que esas proporciones fueran correctas y recomendables, ¿para quién lo serían? Cada individuo es distinto y tiene necesidades distintas. Hombres, mujeres, deportistas, sedentarios, obesos, delgados... Es absolutamente incorrecto recomendar los mismos porcentajes de combustible y nutrientes para necesidades tan dispares.

3. "Para adelgazar hay que comer menos".

Esta recomendación tan aceptada y constantemente repetida por los medios de comunicación es ¡totalmente falsa y muy peligrosa!. Es la verdadera causa desencadenante de la mayor parte de los casos de anorexia. Comer menos sólo nos conduce a debilitarnos, que descienda nuestro metabolismo y que llegue un momento en el que, cualquier cosa que comamos nos engorde. La única manera sana y verdaderamente efectiva de adelgazar es "comer más y mejor" de todo lo que alimenta, fortalece y regenera nuestros músculos y tejidos nobles (órganos internos, huesos, piel, pelo, uñas, dientes, sistema inmunológico, sistema circulatorio, etc.), y "no comer nada o casi nada" de los alimentos basura, calorías vacías que sólo "alimentan" a nuestros depósitos de grasa.

4. "Considerar equivalentes, desde el punto de vista nutricional, a todas las calorías, provengan de grasas, carbohidratos, proteínas o alcoholes".

Este error, en el que incurren la mayoría de los expertos en nutrición, es uno de los más peligrosos, pues en la práctica, cuando se compone el menú de un desayuno o comida no se está concienciado de la importancia que tiene, para la buena salud, mantener una ingestión suficiente y constante de proteínas y grasas. Todas las calorías son iguales únicamente desde el punto de vista de la energía que proporcionan (una caloría) pero desde el punto de vista de la capacidad para nutrir y regenerar nuestras células, no se parecen en nada una caloría de proteínas y otra de grasas o carbohidratos.

5. "Constante recomendación de reducir la ingestión de grasas"

En el mundo actual existe una verdadera obsesión por reducir el consumo de grasas, tanto entre profesionales como entre consumidores. Se ha satanizado a las grasas y se las considera ?malas? porque tienen 9 calorías por gramo y ?buenos? a los carbohidratos porque sólo tienen 4, sin profundizar en los efectos o las necesidades de unas y otros a medio y largo plazo.

Los carbohidratos sólo deben ser considerados como combustible ya que no contienen los elementos químicos que necesitan nuestras células ni son componentes de las mismas, mientras que las grasas son esenciales e imprescindibles en numerosos procesos del metabolismo animal y la regeneración celular, y su reducción por debajo de ciertos límites es muy peligrosa y perjudicial para la salud. Por eso, la drástica reducción en el consumo de grasas (nutrientes esenciales) que se ha experimentado durante los últimos decenios en Estados Unidos y en otros países desarrollados ha traído consigo fuertes deficiencias nutricionales, con un incremento de la obesidad y de todas las enfermedades degenerativas.