Por: Juan Rallo
Uno de los ejemplos que pongo con más frecuencia es el del escultor. En ciertos aspectos su trabajo y el mío se parece, con la importante diferencia de que en su trabajo el sujeto activo es él y solo él, sin embargo en el mío, el sujeto activo, es el cliente, amigo o deportista.
Cuando me preguntan, sobre todo los primeros días entrenamiento, por aspectos muy puntuales y buscando respuestas exactas, como por ejemplo ¿qué diferencia hay entre hacer 12 o 10 repeticiones? O ¿cuántos gramos exactamente tengo que tomar de cierto alimento al día? Suelo contestar con el ejemplo del escultor. Imagina que a un escultor le traen una piedra para que haga de ella una obra de arte. Después de resolver el diseño, empezará a tallarla con un cincel grande, hasta darle una forma muy cercana a la deseada, y no cogerá el cincel fino hasta que tenga que sacar a relucir los detalles de la escultura. Si desde el principio hubiera empezado con el cincel fino, su trabajo se hubiera hecho tedioso y eterno.
Con el entrenamiento pasa algo parecido, muchas veces, tanto los clientes como los propios entrenadores queremos hacer ejercicios demasiado específicos o dietas demasiado estrictas, cuando aún nos falta mucho para llegar a tales necesidades. Así que mi consejo sería que empieces a entrenar a destajo y ve sintiendo en tu cuerpo la evolución, y no pierdas el tiempo con pequeños detalles que aunque parezca que te van a ayudar, tal vez por el momento solo te lleven a la pérdida de tiempo y al aburrimiento.
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