Los beneficios del deporte para nuestra salud y la forma no necesitan ser demostrados. Todo el mundo lo sabe. Que se trate de un deporte que se practica en gimnasio o al aire libre, solo o en grupo, lo esencial es conseguir los objetivos que se han marcado, y lo más importante “tener una salud de hierro”, que es un tesoro inestimable.
Cada persona puede encontrar la horma de su zapato en cuestión de deporte. Están los que prefieren practicar ejercicio en gimnasio, y dejarse guiar por un entrenador, pero no siempre eso es posible, ni está al alcance de todos.
En todo caso, esto no debe ser un problema, ni debe suponer una inconveniente a la hora de practicar algún tipo de actividad física. Existen muchos deportes que se pueden practicar fácilmente estando solos, y con muy pocos medios. El salto con cuerda forma parte de estos deportes fáciles de practicar. No requiere muchos medios, y el precio del material es fácilmente asequible por cualquiera, y además es fácil de encontrar, y la práctica es tan eficaz como interesante.
Este ejercicio físico está dirigido a todo el mundo, tanto a hombres como a mujeres. Se trata de un deporte que ayuda a perder peso, especialmente después de una cierta carga ponderal.
Podemos afirmar que se trata de un deporte completo, puesto que todo el cuerpo participa en la realización de los ejercicios. Por esta razón, el salto con cuerda favorece el trabajo para moldear la silueta. Al dar la vuelta con la cuerda, los brazos hacen que trabajen los músculos, desde la punta de los dedos, hasta los hombros, lo que tiene por resultado que los tonifica y los mantiene derechos.
También permite que se gane en firmeza en cuanto al tejido muscular, consiguiendo unos brazos más sólidos y afinados. En cuanto a los miembros inferiores, también se ponen en movimiento, consiguiendo mayor firmeza y mejor tono muscular. En definitiva se consigue ganar en fuerza, al soportar el peso del cuerpo en la recepción de cada salto. Además de todo esto, la transpiración provocada por el desgaste energético, elimina todas las materias grasas que puede contener el cuerpo.
Una serie de unos diez saltos, repetida hasta que el cuerpo pueda soportarlo, pero no más de diez veces al principio, espaciada de un minuto de pausa entre cada serie, es suficiente para el primer día. Después, se puede ir aumentando poco a poco cada día, y con el tiempo el cuerpo comienza a habituarse y a adaptarse a este ritmo.
En todo caso, siempre habrá que vigilar el ritmo respiratorio, con el fin de que los ejercicios efectuados no nos afecten demasiado.
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