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19 de julio de 2012

No Dejes que Nada te Pare

Superman por dentro, Clark Kent por fuera.

Muchos novatos se sienten incómodos en el gym al verse demasiado delgados o gordos comparados con los veteranos. Piensan que todo el mundo les juzga, y esta sensación se ve reforzada si a cada tres series aparece alguien dando consejos. Esto pasa especialmente a algunas chicas, que se sienten un bicho raro por tocar las pesas bajo la mirada de la fauna del gimnasio.

Esta sensación se traslada a la oficina, a las salidas con amigos o con la familia. La gente pregunta por qué no comes esto o aquello, opina que te esfuerzas mucho y no se te nota tanto, o dicen que estás obsesionado. Todo el mundo tiene su opinión. Y no suelen ser opiniones de alabanza.

El primer paso es parar de preocuparte sobre lo que todo el mundo piensa en cuanto a tu estilo de vida saludable. No necesitas que en la oficina te alaben cuando sacas tu comida limpia de grasas. No necesitas que tu madre entienda que no puedes permitirte comer ese pedazo de tarta.

No necesitas que la cajera del supermercado te alabe cuando casi todo lo que pones en la cinta son latas de atún.

A nadie le importa en realidad cómo o por qué estás en este camino de mejorar tu salud o cambiar tu físico. Así que no esperes unas palabras de ánimo y tienes que aprender a dormir bien por las noches ya sea que la gente entienda tu objetivo o no.

Para de hablar de lo que haces o quieres conseguir y hazlo silenciosamente y sin protestar. Decir algo como “uf bueno, no tengo ganas, pero tengo que entrenar…” delante de tu madre, padre, novia o amigo los cuales no entrenan, no va a hacer que te den una palabra de ánimo. Más bien la respuesta será “Pues no entrenes, que nadie te obliga” o similar.

A la única persona a la que verdaderamente le importa es a ti. Así que calla y haz lo que te has propuesto, sin importar nada más.

Una vez que lo consigas, también debes de cuidarte de no soltar indirectas despectivas. Comentarios al aire a los que te rodean como “¿de verdad vas a comer eso?” o “¿cuándo es la última vez que fuiste al gimnasio?” pueden resultar tan desagradables como los que tu mismo recibes.

Aconseja con humildad, pero no machaques. Puede que no lo parezca, pero la gente adulta es capaz de tomar sus decisiones. Si de verdad quieren cambiar su estilo de vida, comer de manera saludable, ponerse a entrenar y crear un cambio en sus vidas, lo harán.

Después de todo ¿no es eso lo que tu mismo estás haciendo?

Aprende a ver a otros con compasión y no como si estuvieses por encima de ellos. No todo el mundo tiene la fuerza de voluntad para hacer lo que tu haces. No todo el mundo tiene la motivación, el conocimiento o la habilidad. Pero seguramente tienen otros talentos, así que eso no te hace especial.

Suprime el orgullo y practica la humildad. Entra al gimnasio a hacer lo que te propusiste. Camina con confianza, nadie está allí para detenerte. Pero date cuenta de que puedes fallar.

Asume que siempre habrá alguien más grande, más fuerte, más rápido o mejor que tú. Pero entrena con fuego en el corazón. Entrena como si las puertas estuviesen bloqueadas y las paredes estuviesen hechas de acero y no pudieses irte hasta cumplir con lo que te propusiste.

Estás aprisionado. Encerrado en ti mismo. No puedes salir hasta que destroces tu objetivo.

Y entonces vete de allí como si solamente hubieses hecho tu trabajo.