Esta estrategia en épocas donde hace más frío y no se pierde tanto líquido puede ser buena ya que se suda menos y se pierde menos líquido, pero en épocas de calor puede ser una estrategia errónea ya que podemos acabar el día deshidratados y conducirnos a poder sufrir algún problema físico o de salud con mayor frecuencia.
Si queremos estar convencidos de estar bien hidratados debemos comprobar si el entrenamiento ha provocado un estado de deshidratación en nuestro organismo. Para ello, utilizaremos un método sencillo pero bastante eficaz. Simplemente, debemos conocer la diferencia de peso corporal entre antes y después del entrenamiento.
- Si hemos perdido menos de 1 Kg de peso después del entrenamiento, podemos seguir con la rutina habitual. Esta pérdida no es significativa. Simplemente con beber entre medio litro a un litro más de agua que un día sin ejercicio, es suficiente.
- Si hemos perdido entre 1 y 2 kg de peso después del entrenamiento, debemos prestar más atención y seguir alguna rutina de hidratación post ejercicio. Justamente después, podemos ingerir 500ml de alguna bebida con electrolitos y azúcares y en las cuatro horas siguientes 1,5 litros de agua de forma escalonada. A partir de ese momento, seguir con nuestra rutina habitual controlando nuestro peso corporal.
- Si hemos perdido más de 2 kg después del entrenamiento, es probable que la deshidratación haya hecho aparición y es importante hacer todo lo posible para recuperar el equilibrio de líquidos. Empezaremos bebiendo entre 750ml a 1litro de una bebida que contenga pequeñas cantidades de azúcares y electrolitos. Evitaremos, en las próximas horas, cualquier bebida con cafeína o similar y bebidas que contengan alcohol. Trataremos de estar en lugares frescos para intentar no seguir sudando.