La genética determina como respondemos a los programas de ejercicio y pérdida de peso. Los lugares de almacenamiento de grasa, los cuales están determinados genéticamente, influyen en como respondemos a la pérdida de peso y también que dieta es la que nos funciona mejor.
Un estudio del Children’s Hospital en Boston demostró que las personas con una composición corporal semejante a la de una manzana – las que almacenan la grasa en el abdomen – pierden más peso con dietas bajas en hidratos de carbono, en concreto con cargas glucémicas bajas (40% hidratos de carbono, 35 % grasa).
Este grupo de estudio (cuerpo tipo manzana) perdió casi 6 kilogramos en 6 meses y fueron capaces de mantener la pérdida de peso a los 18 meses siguiendo una dieta de mantenimiento.
Las personas con este tipo de forma corporal – de manzana – segregan más insulina, lo que les hace almacenar más grasa en la panza.
El otro grupo son las personas con una forma coporal que se asemeja a la silueta de una pera. En este caso, los sujetos de este grupo tenían una mayor tendencia a almacenar la grasa en piernas y caderas. Así, segregaron menor cantidad de insulina al digerir la comida.
Las personas del grupo “pera” perdieron 4 kilogramos y medio con dietas bajas en hidratos de carbono y bajas en grasa (baja en grasa: 55% hidratos de carbono, 20 % grasa), pero volvieron a recuperar la mitad del peso en 18 meses.
Las personas que almacenan la grasa encima de sus abdominales (las de tipo “manzanas”), segregan más insulina y pierden peso más fácilmente siguiendo una dieta alta en proteínas y baja en hidratos de carbono.
Aquellas que almacenan grasa en sus caderas y piernas (las tipo “pera”) segregan menos insulina durante la digestión y perderán peso en cualquier dieta hipocalórica. Pierden peso de forma más lenta y además lo recuperan más rápido.
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