Hace tiempo que llevo escuchando y respondiendo esta misma pregunta, no sólo en mi trabajo, sino también en los foros. Parece que poco a poco vamos ganando la batalla a los que consideran que más es mejor y que, si con una cantidad X de días no obtienes los resultados deseados debes pasar a X+1, luego X+2, hasta llegar a 6 días a la semana.
¿Y sabéis por qué no 7 en muchos casos? Porque el sábado toca emborracharse y el domingo resaca. Teniendo en cuenta cómo afecta el alcohol a la recuperación y, por tanto, a los resultados, ¿no os parece un poco contradictorio? Cada vez que lo pienso me entra la risa, quizá merece un espacio en el club de la comedia.
Últimamente varias personas me han explicado que su entrenador les dice que dos días es mejor que uno, tres mejor que dos, y cuatro mejor que tres. Incluso les pone nota, como si de un examen se tratara. Cuatro días es el sobresaliente claro está. En todo esto sólo puedo estar de acuerdo en que no pase de cuatro días.
¿No os parece un poco ilógico que los resultados dependan de un número determinado de días semanales en lugar de tener en cuenta qué haces esos días? ¿No creéis que tendrá algo que ver también la intensidad, el volumen de entrenamiento o el tiempo invertido? ¿Será lo mismo 3 días veinte minutos andando en una cinta que los mismos días trabajando a un alto nivel de intensidad?
En ese sentido he observado mejores resultados con tres días que dos, tanto en fuerza como en ganar masa muscular, pero no en todos los casos, siendo mejor dos días en aquellos casos en los que la genética o estilo de vida no son los adecuados para promover una correcta recuperación. En estos casos, evidentemente, pasar a cuatro días sería una locura que terminaría con cualquier posibilidad de obtener resultados en el futuro. Esta posibilidad la reservo para aquellos deportistas que, además de contar con las ganas y determinación necesaria, también tienen la genética y estilo de vida adecuados, además de tener, como mínimo, un año y medio de experiencia con entrenamientos serios. No obstante, ni siquiera sería una opción en aquellos deportistas cuyo principal objetivo fuera ganar masa muscular. En estos casos mi límite sería tres días semanales.
Al final, el número de días invertidos a la semana es lo de menos. Lo único que debe preocuparnos es entrenar a la intensidad adecuada para provocar la adaptación y volver a entrenar en el intervalo desde que te has recuperado completamente y se ha producido la adaptación hasta el momento en que, por exceso de recuperación, se pierde. Esto depende directamente del estrés al que hayas sometido al organismo, factor que determinará directamente los días necesarios de recuperación. Al final, una de las pocas cuestiones que nadie pone en duda en fisiología del ejercicio es que la adaptación a un estímulo (entrenamiento) y, por tanto, la evolución, viene de la mano de la total recuperación. Vuelve a entrenar antes de que esto ocurra y pronto te estancarás.
Este sería un ejemplo clásico, con el que más de uno se verá identificado: Varón, empieza a entrenar a los 20 años, progresa poco a poco, se estanca, encuentra trabajo, conoce chica, tienen hijos, ya no puede acudir al gimnasio con la asiduidad habitual, de manera que decide reducir a dos-tres días de entrenamiento semanales, con el objetivo de mantener los resultados o incluso frenar la pérdida. Ya ha dado por perdido todo lo conseguido durante esos años cuando, aleluya, empieza a romper todos los límites alcanzados en su mejor estado de forma.
¿Cómo es esto posible? En mi caso, la pregunta que le haría sería ¿Cómo es posible que, después de esta lección, vuelvas a ir todos los días al gimnasio en cuanto la vida te lo permite? Al final, lo que yo decía, un espacio en el club de la comedia.
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